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"Salve Curzio"
La lectura cuotidiana de la prensa durante los últimos años y los comentarios que oigo a veces entre mis conocidos, me han llevado a las siguientes reflexiones: *El recelo que se va formando, en la opinión pública, respecto a la magistratura, es profundamente injusto. Tal recelo nace de la errada convicción de que la innegable carencia de justicia, es debida a la magistratura y no a las leyes. El magistrado no hace las leyes, las aplica. Quien hace las leyes o al menos las aprueba es el Parlamento, y que nuestro país sufre más de malas leyes que de malos magistrados, es cosa sabida. Porque, aquí no ha habido jamás libertad, ni justicia sensu estricto, y eso porque las leyes, entre nosotros han sido siempre, y siguen siéndolo, un instrumento de dominio, no de libertad y de justicia, un instrumento al servicio de las oligarquías privilegiadas, no de los ciudadanos en cuanto tales. El profesor Pietro Bonfante de la Universidad de Roma, decía sobre el Derecho romano, del que nuestras leyes descienden “En el Derecho romano no existe el concepto de la libertad individual. El Estado lo es todo. Por eso somos un pueblo de siervos mandados por un ejercito de esbirros y de burócratas”, entendiendo por esbirros a los políticos en el ejercicio del gobierno en cualquier instancia y en cualquier momento. ¿Acaso puede la magistratura modificar las leyes? No, su función es aplicarlas. ¿Corresponde a la magistratura hacer de nosotros un pueblo de hombres libres? No, eso nos corresponde a nosotros mismos. Las instituciones encargadas de ello existen. Si no funcionan, nos corresponde a nosotros, ciudadanos, hacerlas funcionar, exigiéndolo a los esbirros y a los burócratas. Esta defensa de la magistratura la asumo por dos razones, porque como ciudadano, si pierdo la fe en la magistratura que es la que me garantiza la justicia, no me queda nada, y porque me complazco en tener amigos en tan prestigiosa y necesaria institución, por eso al releer a Curzio Malaparte, uno de los autores al que vuelvo periódicamente, he descubierto el alegato que en cursiva inicia este articulo, y me permitido trascribirlo respetando su genial autoría, por lo que se acopla a nuestra situación y momento, encajando como un traje hecho a medida. Gracias Curzio, porque ya en 1955 anticipaste con la vista fija en tu Italia natal, lo que hoy vivimos en una España, cuyo Estado presume de democrático, razón por la que, siempre que tengo oportunidad, repito como si de un “mantra” se tratara, cuando oigo salmodiar hasta el aburrimiento que vivimos en un estado de derecho, “que donde a mi me gustaría vivir es en un estado de justicia” y después de releer a Curzio Malaparte añado “y de libertad”, gusto que creo compartir con cualquier español bien nacido. * Picotazos. El juez y las leyes. Curzio Malaparte.
Enric Climent Laguarda Abusos Urbanísticos ¡NO! Marzo 2011
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